¡INTERESANTE! Notas de la autora...

lunes, 31 de mayo de 2010

PARTE25


Cuando llegó no hubo beso, ni ola, ni caricia de: -¿Cómo estas mi amor?- fuimos a cenar y, aquel maravilloso sitio que tanto me gustaba se impregnó de un recuerdo horrible. No quería continuar más con todo aquello. Fui al baño. Regresé. Sonreí. Callé. Mire aquella deliciosa hamburguesa, y pensé: -está riquísima joder-. Al levantar la cabeza todo seguía en su sitio, no era un sueño, no era violento, sencillamente era una putada muy grande. Era como desear que no pase nada más, que deseas… y deseas, y por más que lo intentes, por más que te arrepientas… no puedes cambiarlo.


Cambiaria la anterior conversación, y mi insinuada despedida como fracasado intento de una reacción positiva, cambiaría mis enfados, cambiaría todas las veces que mi estado anímico no me había permitido hacerle reír… pero también deseaba cambiar todas las veces que me hizo llorar. Perdía, en aquel instante… la seguridad de unos brazos que me rodeaban constantemente, la tranquilidad de sentir que todo el que intentara acercarse a mí se la vería con él primero; y me di cuenta que eran esos brazos los que podían ahogarme. Por otra parte, y sin demasiadas ganas, sabía que él abrazaba fuertemente, protegiéndome de todo cuanto se acercara, de todo cuanto quisiera hacerme mal… pero yo también, al parecer, le hacía daño a él.


Del ruego a la pregunta, y del llanto al canturrear una canción. Cuatro paredes inmensas que parecían besar el cielo. Y el recuerdo del último instante en el que le vi, mirándome fijamente al despertarme… susurrando, como si de una poesía de significado distinto se tratara: -No sabes cuánto me gustaría amarte, soy tonto-. Y la desesperación se convertía el eco que dejó su coche marchándose de casa. No podía imaginar un adiós más despreciable que aquel, mis sentimientos, fueran cuales fuesen, no se lo merecían. Teléfono, internet. Segundos lentos, agudos, concretos. Mareos de la cocina a la cama, de la cama al aseo, del aseo al ¿por qué?


Ahogos, escusas, recuerdos. Una caja enorme, como nunca la había tenido, llena de fotos, cartas, días, paseos… de todas las entradas de cine, de cientos de momentos. Y no encontré nada reciente. No encontré nada que me pidiera que me arrastrara por el suelo. Pero le llamé. Preguntaba. Decía NO. Preguntaba. Preguntaba. Decía NO. Preguntaba. Preguntaba. Decía NO. Preguntaba. Preguntaba. Decía NO. Preguntaba. Y colgó.


Dudas, miedos, rencores? Alguno que otro, como todo el mundo en la misma situación. Café?? Era lo que menos me convenía. Tabaco?? Lo que menos me apetecía, e incluso mi cajetilla la metí en esa caja.


Aún sábado…


Era la primera vez en mucho tiempo que deseaba con inconcebible tesón que llegara el lunes, trabajo, distracción.


-Es absurdo seguir con esto- se repetía en mi cabeza como el pitido de un despertador las mañanas de domingo.


-No estoy enamorado de ti-


-Prefiero seguir solo-


Y mí vestido reluciente en el armario. Con sus zapatos. Con mis planes. Con los brazos, como a 1000 km.


http://www.youtube.com/watch?v=mUt5q5WziGE


lunes, 24 de mayo de 2010

PARTE24


Sorpresa!! Cuando llegué a casa Tomás ya estaba allí, y estaba de una pieza, con buen humor y cocinando lo que, según las velitas sobre la mesa del comedor, parecía ser una cena romántica. Creo que en aquel instante se acojonó literalmente, pienso que tenía miedo de que yo fuese valiente como para llegar con eso hasta el final y me enterara de algo que, estaba claro, me ocultaba. Tomé algo de pan de la cocina y revoloteé de aquí para allá esperando a que me preguntara. Al no hacerlo me confirmó su preocupación. Me dio un beso de esos rápidos que no te dicen nada y sonrió a la voz de: -Celebremos que pronto lo recordarás todo-



Aquello me supo a despedida, y sin saber porqué, me limité a sentarme, comer y contestar escuetamente todas esas banalidades que fingía preguntar por interés. Recordé las palabras de la psicóloga, aconsejándome sutil pero efectivamente que no me casara, al menos no hasta conseguir recordarlo todo. Y no callé un minuto más. Justo antes de mojar el último trozo de pan en aquella deliciosa salsa de pimienta mi boca escupió un leve: -No sé que celebramos exactamente, pero retrasaremos la boda hasta que yo consiga saber porqué me caso-



No dijo nada, para variar, me acosté a dormir y no sé cuándo ni cómo lo haría él, no me enteré de nada más hasta oír el despertador a la mañana siguiente. Aquella mañana escribí demasiado (incluso para mis mejores tiempos) y sin borrar apenas. Todo salía solo. Todo salía bien.



Mateu no aparecía por ningún sitio, lo cierto es que casi no habíamos coincidido desde que regresé de vacaciones. Y no me lo quitaba de la cabeza. Pero al menos todo salía solo, todo salía bien.

lunes, 10 de mayo de 2010

PARTE23


Llegué sonriente con una maravillosa bolsa de tela, que portaba una aun más maravillosa caja de cartón, que resguardaban unos aun más magníficamente maravillosos zapatos de novia. Era magníficamente maravilloso todo. Monté en el ascensor y subí al ático en el que me esperaba el, siempre supuestamente, milagroso diván. Entré en el despacho y, permaneciendo de espaldas a mí preguntó: -¿le salieron muy caros?- mi cara debió percibirse incluso de espalda y, girándose hacia mi añadió –Disculpe Mónica, el olor de esas bolsas es único, yo sigo manteniendo la teoría de que esa mujer hace a mano hasta los envases de sus productos, lavanda…. Agradable olor, buenos productos-.


Después de desmarcarme totalmente en cuanto a artes adivinatorias se refería, tomé asiento en una silla junto a su mesa. ¡¡No había diván!! Falsas leyendas urbanas, con lo que deseaba yo tumbarme a la bartola para que alguien me escuchara. Me miro seriamente y me pidió que le contara todo aquello de mi vida que yo pensara que podía tener importancia en la actualidad antes del accidente. Comencé.


Estudié periodismo, vivía en un piso de estudiantes, una de mis compañeras de piso iba a clase de un amigo de Tomas, al que conocí en una fiesta a la que ella me invitó. El ya trabajaba, en una especie de organización a nivel mundial, deseaba con todas sus fuerzas dedicarse a ello plenamente y empezar a hacer viajes de negocios… conocer mundo a cambio de trabajo, la idea le parecía fascinante. Era inteligente, guapo… joven al fin y al cabo. Comenzamos a salir tres meses más tarde. Poco después yo me empecé a volcar en la literatura. Él siempre me apoyó, leía entusiasmado cada uno de mis trabajos, bocetos, apuntes…. El segundo curso me invitó a vivir a su piso. Aunque la idea me parecía descabellada acepté. Tendría más silencio para todo. Más privacidad. Mejor compañía. Me encantaba su humor, y su forma de divertirse. Salíamos a cenar todos los sábados, alguna copa de vez en cuando. Jugaba con maestría con los dobles sentidos. Escribía todo entre líneas, y sus múltiples perfiles los escondí en la mayoría de mis personajes masculinos. Me lo decía todo con post-it. Pegados en el ordenador, la nevera, el cabezal de la cama… incluso en las tazas de café, eso era algo que me sacaba de quicio, una nota en la cafetera que decía “no queda café” y que siempre leía después de volcarla esperando a que cayera el prodigioso velador. Recuerdo acabar la carrera, y publicar el primer libro…. “La mesa del fondo”, historia en la que relataba mi relación con Tania, aquella compañera de piso que me presentó a mi pareja. A la gente le gustó el carácter de ella, al parecer eso de saber los cotilleos, las conversaciones que se pueden tener en pleno proceso universitario mojadas con café es líder en ventas, al menos lo fue en el momento. Fríamente solo me sirvió para conseguir trabajo en la editorial, revisando textos, leyendo cartas de gente que deseaba publicar algo…. Pero al menos tenía toda la libertad del mundo para presentar mis nuevas letras y dedicarles el tiempo que deseara. Entonces fue cuando a Tomás le ascendieron, y comenzó a viajar, sin que le avisaran con más de 5 días de antelación, cada vez a sitios más raros.


-¿Las cosas comenzaron a ir mal entonces?


-No lo sé –continué- solo sé que es esa época la que empieza a difuminárseme en la cabeza, comenzamos a tener peleas, si… pero todo porque yo necesitaba pasar más tiempo con él, como en la universidad y el era amante de su trabajo.



-¿cree que podría comprenderte mejor leyendo aquel libro? Es decir… es una historia real o no?


-Mitad y mitad, todos los personajes están basados en alguien real, pero a su vez, mezclo anécdotas de diferentes personas… épocas y lugares, condesadas en dos personajes.


-En fin, leeré el libro. No puedo seguir con tu caso… ya no tienes más recuerdos nítidos. En un mes vuelve a llamar y pide cita. Cuando te la den procura venir relajada y cómoda. Y..... -añadió antes de que saliera por la puerta- yo no me casaría hasta saber realmente que pasó en mi ultimo año y edio de vida, la gente se lleva grandes sorpresas...

viernes, 7 de mayo de 2010

PARTE22

La dirección de la psicóloga era algo difícil de encontrar en el mapa, una de las callejuelas más antiguas de la ciudad… al lado de la portería: ahí estaban. Un hermoso escaparate de lo que parecía ser un negocio y centenario negocio familiar. Tras aquel viejo cristal telas blancas, guantes, velos… y unos zapatos hechos a manos. ¿Cómo osaba mi cabeza pensar que aquella obra de arte había sido concebida para pisar sobre ella? Escandalosamente hermosos pensé. Miré el reloj, llegaba pronto. Entre en la tienda y una simpática mujer de cabello a juego con los cientos de vestidos de novias que ella misma había confeccionado me preguntó que quería. Me enseñó los zapatos y me aseguró que estaban hechos a manos, una vez los tuve en la misma me di cuenta de que así eran. Zapatos de cuero blanco, acolchados… tapizados con una tela preciosa, dos joyas a forma de broche. Me miró los pies y se empeñó en que me los probara.


-¿No le aprietan? Qué suerte ha tenido –dijo reincorporándose- son los únicos que tengo, ahora estoy confeccionando unos iguales, pero sin broche.


-Creo que me he enamorado


-Pues entonces cómpreselos, para cuando se case con ese nuevo amor suyo…


-No creo que ni en la iglesia ni en el juzgado me dejen contraer matrimonio con un par de zapatos…


-¿Pero usted se va a casar, no?


-Si… dentro de poco además, por eso entré.


-Es bonita –dijo sonrojándome- le rebajaría el precio de, como usted los llama, mi obra de arte.


-¿Cuál es su precio?


-450€













-Rebajado por supuesto…. –añadió, pero yo seguía sin aliento






Los apreté fuertemente contra mi pecho y, aun sentada en aquella antigua silla de terciopelo pregunté: -Admiten tarjeta de crédito?



martes, 4 de mayo de 2010

PARTE21



-Psicólogos López Maral y asociados, ¿en que puedo atenderle? –dijo una cansada y mañanera voz femenina
-Hola, me aconsejaron ésta clínica para comenzar un tratamiento, ¿podría informarme? –titubeé mirando a los lados, como si alguien, en la soledad de mi casa, pudiera oírme.
-Si, por supuesto, no se preocupe –respondió mucho más apacible- ¿de que tipo de tratamiento hablaríamos?
-Lo cierto es que ni yo misma estoy segura, lo que me pasa es que hace algo más de un año tuve un accidente de coche, y desde entonces arrastro una especie de amnesia que no me deja recordar nada desde año y medio antes hasta aquel instante. Nada, en absoluto.
-Perfecto, supongo que lo que usted desea es saber el por que de esa “amnesia” como usted la llama y recordar todo aquello aparentemente ha olvidado, ¿me equivoco?
-En absoluto, eso es lo que pretendía
-
De acuerdo, ¿para que fecha aproximada desearía la cita? Bueno, antes he de advertirle de que la primera visita durará aproximadamente una hora y servirá para que tenga el primer contacto con la Doctora, una especie de presentación por asi decirlo.
-Si, si perfecto… yo creo que cuanto antes mejor
-Que le parece el Viernes? De 6.00pm a 7.00pm?
-Por mi perfecto
-De acuerdo, esta primera cita tendrá un costo de 40€

Terminé de dar mis datos y sentí un alivio con cierto tono a vergüenza. Entonces pensé en ella de nuevo y, justo al salir de casa le envié un sms:
“Ya tengo cita con la loquera que me sugeriste, me debes un café por hacerte caso”
Antes de que me diera tiempo a arrancar el coche sonaba su contestación: “Cuando me pagues todos los cafés que me sacas te arruinarás, locaa!!”