La dirección de la psicóloga era algo difícil de encontrar en el mapa, una de las callejuelas más antiguas de la ciudad… al lado de la portería: ahí estaban. Un hermoso escaparate de lo que parecía ser un negocio y centenario negocio familiar. Tras aquel viejo cristal telas blancas, guantes, velos… y unos zapatos hechos a manos. ¿Cómo osaba mi cabeza pensar que aquella obra de arte había sido concebida para pisar sobre ella? Escandalosamente hermosos pensé. Miré el reloj, llegaba pronto. Entre en la tienda y una simpática mujer de cabello a juego con los cientos de vestidos de novias que ella misma había confeccionado me preguntó que quería. Me enseñó los zapatos y me aseguró que estaban hechos a manos, una vez los tuve en la misma me di cuenta de que así eran. Zapatos de cuero blanco, acolchados… tapizados con una tela preciosa, dos joyas a forma de broche. Me miró los pies y se empeñó en que me los probara.
-¿No le aprietan? Qué suerte ha tenido –dijo reincorporándose- son los únicos que tengo, ahora estoy confeccionando unos iguales, pero sin broche.
-Creo que me he enamorado
-Pues entonces cómpreselos, para cuando se case con ese nuevo amor suyo…
-No creo que ni en la iglesia ni en el juzgado me dejen contraer matrimonio con un par de zapatos…
-¿Pero usted se va a casar, no?
-Si… dentro de poco además, por eso entré.
-Es bonita –dijo sonrojándome- le rebajaría el precio de, como usted los llama, mi obra de arte.
-¿Cuál es su precio?
-450€
-Rebajado por supuesto…. –añadió, pero yo seguía sin aliento
Los apreté fuertemente contra mi pecho y, aun sentada en aquella antigua silla de terciopelo pregunté: -Admiten tarjeta de crédito?
si me descuido no me doy cuenta actualizas y no leo esta entrega! pero... podrias meterte ya en harina no? por favor la proxima vez que escribas no metas a marta en otra tienda, que se siente ya delante de la psicologa...jajaja
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