¡INTERESANTE! Notas de la autora...

viernes, 29 de enero de 2010

PARTE10

Quedaban pocos días para regresar a mi rutina y, en el fondo, estaba mucho más agobiada por el hecho de reencontrarme con él, que por que Tomás llegara pocos días antes de la boda. Cada vez quedaba menos tiempo, los preparativos estaban casia punto, y yo casi convencida de hacerlo.
Le daba vueltas a la única opción de hablar con él, que me contara como era nuestra historia antes del accidente. Bueno, lo cierto es que esa conversación debía tenerla, al parecer con dos personas.
Nervios, indecisión… todo eso tenía una única solución: irse de compras. Aprovechando un tormentoso martes, llamé a Sani (que cerraba el Café los martes por la tarde) y ella accedió gustosa y feliz a mi propuesta de derroche, ropa, zapatos y complementos.
Dolor de pies, pinchazos en la tarjeta de crédito, las horas pasaban… las risas eran espontáneas, me sentía verdaderamente bien. ¿Ella sabría algo? ¿Tal vez no querría decírmelo? No lo sabía, no me importaba en ese momento… ya tendría tiempo para preocuparme mañana.

miércoles, 27 de enero de 2010

PARTE9



Un pequeño diario firmado por “Mónica” en Word me gritaba a la cara un puñado de historias que no creía mías. Insultos, empujones y barbaries varias de las que no sabía reconocer el emisor. También habían fotos, y una segunda carpeta en la que otro diario, presuntamente paralelo (según las fechas) me mostraban una vida más amable, pero ésta vez de Marta. Me puse el pijama mientras imprimía ambos documentos, prepare una grandísima taza de chocolate calentito, y me tumbé en mi cama… a contrastar ambos diarios. Si algo quedaba claro es que los había escrito yo, se notaba. ¿Alguno de ellos era ficción? ¿Cual de ellos? Y volvieron esos ecos, y esos flashes con imágenes. PUTA era lo más amable que sonaba en mi cabeza. Miré a mí alrededor y me vi llorando, me vi destrozada… llorando en la habitación. Poco después también me vi tumbada en la cama, abrazándome… ¿quien? No lo sabía, pero podía imaginármelo, y más teniendo en cuenta todas aquellas fotografías que completaban la carpeta. Ahora no solo tenia miedo de reencontrarme con Mateu, sino de que me llamase Tomás. Quería recordarlo todo y no podía, necesitaba recordarlo todo y no podía. –Te Quiero…- Susurré entrecortando mi propio suspiro, pero no sabía a quien. ¿Por qué él lo sabía? ¿Por qué reaparecía tanto tiempo después del accidente?

martes, 26 de enero de 2010

PARTE8

Aquellas supuestas vacaciones se me hacían interminables. Pasaban aburridas las horas, necesitaba hacer algo… al mismo tiempo, no tenía ganas de nada. Las palabras de Mateu me traían sin cuidado, por otra parte… me dieron que pensar sobre mi misma. Seguramente sabría algo si recordara la contraseña de todas esas carpetas de mi portátil que no conseguía abrir. Como cada día de mi vida (o al menos la que recordaba), la tranquilidad la encontraba en otro capuchino en Café Rose. Al verme entrar por la puerta y sin decir nada, preparó sin preguntar la escandalosa máquina de cafés. Cuando ya lo tuvo a punto y humeante me lo sirvió en una generosa y nueva taza de esas grandes y redondeadas, en la que ponía “Marta”.
-Y para cuando seas mundialmente conocida – dijo ante mi evidente boca abierta- habrá un cartel en la puerta donde diga “Aquí toma café e inspiración Marta Laos”
-La taza es preciosa
-Más te vale decir eso, te la voy a plantar delante cada vez que vengas a gorronearme algo de mi suculenta carta –nacieron risas de ambas.
Aproximadamente tres sorbos y cinco minutos después, frenó en seco su actitud amistosa y cambió su preciosa sonrisa por ese gesto que tanto la caracterizaba…. Algo se le había olvidado.
-¡Por cierto! –dijo levantándose de golpe y confirmando mis sospechas-
mi hermano me ha dejado un sobre para ti.
No supe muy bien a cuento de qué venía aquello, pero lo único que habí
a en aquel sobre era una foto polaroid bastante deteriorada en la que aparecíamos Mateu y yo de forma considerablemente afectuosa y una nota en el marco blanco: “Clave: Noche de agosto 2007”.
-¿Qué es? –dijo sobresaltándome- lo del sobre… ¿que te ha dado?
-No estoy segura
Lo guardé en mi bolso, terminé el café con una disimulada conversación, y alegando cansancio me marché a mi casa en cuanto pude para comprobar una cosa. De camino a casa recordaba las egocéntricas palabras, que tal vez no lo eran tanto, que mateu me había dedicado. A lo mejor si que tenía que recordar ciertas cosas antes de la boda, entré a prisa, y sin asegurarme siquiera de haber cerrado bien la puerta corrí a encender el portátil en busca de aquellas carpetas codificadas. Inserté “Noche de agosto 2007” y resultó correcta.

lunes, 25 de enero de 2010

PARTE 7


Otra estúpida presentación más, otra vez las misma preguntas y sugerencias por y para mi novela dedicadas por un puñado de ejecutivos que poco “amaban” la literatura como ésta se merecía. “ESTAS PARADA”, “PIERDE EL ENCANTO DE LAS ANTERIORES PUBLICACIONES”, “TE RECUERDO QUE QUEREMOS NOVELAS, NO CUENTOS DE HADAS” o “LA IDEA ES BUENA, PERO LA ESCRIBES TU” fueron algunos de los piropos que me dedicaron en aquella ridícula reunión. Cuando ya me quedaban aproximadamente tres segundos para abandonar la sala una voz que no había colaborado hasta entonces reclamó:
-
Es nuevo, fresco…. Sí, está algo paralizada, ¿tengo que recordarles que escribe y trabaja aunque debería estar recuperándose de un accidente que le mantuvo hospitalizada tres meses hace menos de un año? Yo valoraría más ese esfuerzo que cualquier otra cosa. No ha perdido su encanto, ha modernizado su técnica, escribe una nueva persona, pero con la misma voz. ¿Prefieren el mismo hilo, las mismas palabras? Si alguien aquí sabe que eso es sinónimo de reducción de ventas son ustedes. Me encanta Mónica, sigue trabajando en ello.
En definitiva, me dieron quince días de vacaciones gratis y me aconsejaron que tomara fuerza para seguir escribiendo. Todos salieron prácticamente espantados de allí, supongo que avergonzados por no tener en cuenta mi sobreesfuerzo después del accidente, y él aprovechó para someterme a un peculiar e inocente interrogatorio.
-¿Cómo te encuentras?
-Bien gracias – me dediqué a contestarle mientras recogía lo mas lentamente que me era posible para no mantener contacto visual con él- gracias.
-Me dijo mi hermana que no me habías reconocido al verme en el bar.
-Es un café, espero que no lo llames “bar” en presencia de Sani
-¿Entonces por que me miraste así? Realmente pensé que lo hiciste por que me habías reconocido, seguro que estas bien?
-Me llamó la atención que leyeras tan efusivamente mi novela, y como noté que me mirabas y creía que eras un desconocido… me mantuve atenta, solo eso
-Sabes? No entiendo lo del pseudónimo, es necesario?
-Eras tú quien me llamaba Marta
-¿Por qué te vas a casar?
- Él seguía allí después de pasarme tres meses sin saber ni como me llamaba
- ¿Por qué recuerdas que yo te llamaba Marta?
-Recordaba un concepto de ti, ciertos recuerdos… incluso diálogos entre nosotros dos, pero no tu cara, ni tu nombre… ni nada de lo que, al parecer, debería recordar.
-Yo me replantearía esa boda Mónica, al menos hasta que recuerdes algo de mi.
-Eso tiene un nombre Mateu, ego- y entonces, esos pequeños destellos en mi cabeza, esas imágenes entre cortadas, aparecieron de nuevo.

jueves, 21 de enero de 2010

PARTE 6



Llegaba tarde, como de costumbre, y recogía las cosas que me eran imprescindibles (como el maletín y el brillo de labios) de camino a la puerta. Justo al salir por el portal recibí un sms de mi jefe: “¿DONDE TE HAS METIDO? EL NUEVO YA ESTÁ AQUÍ.” Di media vuelta y me maquillé un poco, era lo mínimo que merecía Mateu después de mi más que colosal retraso, una vez lista caí en la cuenta de que maquillada no quedaban bien unos vaqueros con camiseta de algodón y, como toda mujer es capaz de comprender, me puse aquel vestido que me quedaba tan bien. Salí pitando de casa y, mientras el bolso y los primeros papeles de la nueva novela me amenazaban con caérseme de las manos intenté, con la mayor serenidad que me era posible, recordar donde estaba mi coche. El teléfono sonó de nuevo: “AHORA YA, RELAJATE. SE RETRASA LA REUNIÓN 50 MINUTOS”. Y ahí mismo estaba, mal aparcado, pero estaba. Entré me relajé y decidí ir a tomar una gran tila calentita con Sani.

miércoles, 20 de enero de 2010

PARTE 5


Finalmente quedamos a las 18.30 en la puerta del Café, a ocho manzanas de la tiendas de trajes de novia. Ella parecía casi tan nerviosa como yo, aunque se la notaba poco perceptiva después de su enfado por mi mala memoria. Llegamos a la tienda, que tenia cierto aire romántico, y me probé aquel maravilloso vestido. Su cara me lo dijo todo, le encantaba, y el hecho de que no supiera articular palabra me hizo sentir que aquel era el apropiado.
-¿Seguro que te gusta?
-¿Bromeas? –dijo ella acercándose para tocar la tela- es sencillísimo… es precioso, es… no se, muy de tu estilo Moni-
Fue entonces cuando me di cuenta de que si quería darle cierta noticia, aquel era el lugar adecuado.
-Veras Sani –dije afinando la voz con cierto temblor de piernas- Tomás y yo habíamos pensado en que fueras una de las damas de honor… -estalló entre gritos y saltos a la voz de un “si” rotundo. Pocos minutos más tarde se frenó en seco para preguntarme:
-¿Y a Mateu lo invitarás?
-Supongo, Tomás no sabe nada de todo eso… o esto, ya no se. – y comencé a quitarme el traje mientras pensaba de nuevo en nuestro “reencuentro” en la cafetería, aunque yo no supiera que era él.

martes, 19 de enero de 2010

PARTE 4



Pasaba ya una semana y la discusión con Tomás se había arreglado tras un repentino pero necesario (por motivos de trabajo) adelanto de la fecha de la boda al 26 de Junio, ahora quedaban menos de 5 meses. Vi una puerta abierta cuando de la boca de Sani nacieron las palabras:
-Yo le conozco, no viene mucho por aquí- pero ella no comprendía que yo también tenía esa extraña sensación, parecida a cuando tienes miedo, que es una enorme bola entre tu garganta y estómago que no sube ni baja, que solo molesta.
–Mañana es la primera prueba del traje de novia- contesté como si no hubiese escuchado nada.
-¿Yo puedo ir?- me sorprendió que apoyara la idea de conocer a un extraño y la de seguir con mis planes de boda.
–No lo se- se hizo un silencio, y tras un largo y calentito sorbo a su café contestó:
-¿de verdad no te imaginas quién es? ¿No te suena su cara?- fue justo en aquel instante cuando terminó de quedarme claro que jamás comprendería a mi mejor amiga.
–Creo que eso me decepciona Marta, comenzó en el mundo de la literatura como critico… llegó hace pocos días contratado por tu misma editorial, trabajará como crítico a novelas en fase de edición, hará prólogos… no sé, él dice que le interesa- en ese momento supe quien era, aunque no le situaba del todo –Tu le conoces, ¿no?- se levantó mientras recogía nuestros cafés sobre la mesa, para poder abrir el Café Rose antes de las 8.00AM
–Joder con la fabulosa escritora “Marta Laos”… ¿Dónde cojones tienes la cabeza Mónica? Es mi hermano-.

PARTE 3


Aparqué de mala manera (como de costumbre) y entré en la cafetería, sin saber muy bien ni porqué no me había arreglado ni por qué seguía nerviosa.
–Ya se ha ido- me dijo antes de que yo mirara a mi alrededor
- pero solo porque tenía prisa, no te preocupes-.
No supe a quien se refería. No sabía que prefería. Me decepcioné a mi misma, supongo. No le podía preguntar quien había venido por que, de tratarse de mi novio, metería la pata hasta el fondo. Me senté en una silla, de espaldas a la barra y con vistas a la calle. Sani, con una mueca bastante ambigua pero con cierto aire romántico, se acercó y colocó mi “cóctel” favorito (capuchino) ante mis narices en un ataque improvisado por mi espalda.
-¿No me preguntas quien de los dos vino?- no supe como reaccionar, giré levemente mi cabeza para mirarla de reojo, ella permanecía inclinada dejando caer su vista sobre mis hombros.

–Está claro que no puedes esconderme nada- añadió queriendo tranquilizarme mientras me regalaba aquel intento desafinado de abrazo- lo que no dices, lo intuyo.-

PARTE 2


Ahora era yo quien llamaba a mi novio. Definitivamente, decirle la verdadera razón por la cual cancelé cerca de 40 llamadas suyas, no fue buena idea. Seguía pensando en lo de la cafetería, no en mi novio, si no en el “tío” de la cafetería. Fui víctima de mi propio subconsciente, y se aceleraron en mi cabeza barbaridades tales como que no leía la novela con admiración, si no con un juicio que poco me beneficiaba a mí, o bueno… a Marta Laos, mi firma anónima. Me temblaban las manos, y pensaba casi tanto en aquel absurdo desconocido como en mi novio. El editor que me tenía contratada tampoco era demasiado compasivo, y defendía a capa y espada la absurda idea de que lo que yo necesitaba era escribir una novela histórica. Estúpido. Sonó el teléfono. La camarera de la cafetería en la que había estado hacía menos de cinco horas (mi mejor amiga) me pidió que viniera con el portátil urgentemente:
–Hay algo que te puede ayudar en tu nueva historia-
Me aseguró con un tono que sonaba a absurda celestina. No sé por qué lo primero que pensé es que Tomás, mi novio, se había presentado allí imaginando que estaría escribiendo; luego pensé que sería aquel muchacho que preguntaba por “Marta Laos”, esta vez sin compañía y después de ver que había confianza entre la joven escritora y su camarera, acudía en su busca para declararme su admiración con un ejemplar en su mano, a la espera de una firma y (quien sabe) un numero de teléfono. En aquel instante recordé que tenía 25 años y que ya era hora de mostrar madurez. ¿Qué cojones pasaba? Ni él era un sex simbol, ni le conocía de nada… ni yo estaba soltera. Quedaba menos de año y medio para la boda, aunque después de la discusión con Tomás no sabía bien que pasaría.

PARTE 1


Siendo lo más sincera que me era posible, me resultaba altamente interesante. Bien su físico no era lo más llamativo que pudiera verse pero, posiblemente oírle leer en voz alta mi última novela entusiasmado ante sus amigos me cautivó, me emocionó y provocó una especie de flechazo. Tenía una voz peculiar, no demasiado tosca, pero sonaba bien. Le miraba atentamente desde el reflejo de mi ordenador y mientras tanto cancelaba, una tras otra, las llamadas de mi novio a mi teléfono móvil. Necesitaba un cigarro, aunque nunca había fumado. Pedí un coñac, aunque no me gustaba el alcohol. Mientras las risas que llegaban desde su mesa me tocaban la espalda, miraba la capacidad de concentración que tenia sobre sus compañeros. Eran atractivos, pero no consiguieron llamar mi atención. Cancelé de nuevo otra llamada, la pequeña pantalla indicaba 36. Sonrió. Me familiaricé con el sin que el supiera siquiera de mi existencia, lo único que conocía de mi en aquel momento era mi rapidez a la hora de pulsar las techas. Me giré para coger la cartera de mi bolso, la milésima de segundo que se cruzaron nuestras miradas fue frio, callado, extraño. Me replanteé durante varios segundos el seguir dedicándole palabras. Correspondió por segunda vez utilizando como medio el reflejo de la pantalla. Disimulé, me ennegrecí y me quité las gafas, para cuando me las puse seguía mirando. Me interrumpió la cómplice camarera:

-¿Se encuentra bien?- y al escuchar de fondo como continuaba su apasionante lectura supe que retiraba la mirada. Deseé que no me reconociera y que hubiese sido solo por atracción. Él sonrió de nuevo… como no, con sus amigos.
-La cuenta por favor!

-No señorita- dijo mientras sus compañeros salían por la puerta- la invito yo.
O eso imaginó mi cabeza mientras recogía mis trastos