¡INTERESANTE! Notas de la autora...

miércoles, 8 de diciembre de 2010

PARTE 44

En aquel instante, mirándola con toda la dulzura y cariño retenidos en la última temporada que pasé sin verla… sonó mi teléfono. Carlos, que procuraba hacerle preguntas con el mayor disimulo posible se quedó con ella en la habitación, yo salí al comedor para poder contestar a la llamada. Contesté a esa llamada y a las cerca de 10 que la sucedieron. Y todas eran para lo mismo, y con lo mismo las contestaba.
-Parece ser que Sani no nos lo había ocultado solo a nosotros –procuró romper el hielo mientras se levantaba del sofá para darme un abrazo
-Parece ser –no conseguía comprender el porqué de mi llanto- no lo entiendo… todo el mundo sabia que la boda se había suspendido… y mucha gente suponía ya que la relación estaba rota… por que me llaman? No quiero ningún pésame… no hay condolencia posible en todo esto.
-Se le llama educación
-Con eso he de suponer que tu siempre has sido muy educado, no?
-Eso me gusta pensar, pero lógicamente no soy objetivo conmigo mismo
-Me puedes explicar por que cojones no luchaste por mi? Tu sabes cuanto me habrías ahorrado? –dije intentando zarandearle con las pocas fuerzas que me quedaban
-No me cansaré de repetirte que no sabes nada de lo que pasó… y, todo sea dicho, estas demasiado nerviosa. Apaga el teléfono, te hará bien…
-Odio vestirme de negro
-Pues te sienta bien




-Y ya esta?
-Bien… “te sienta bien y podría besarte” eso mejor?
-No estoy segura
-Pues suéltame, o por lo menos deja de apretarme, tienes fuerza


-Yo creo que lo que ella quiere con unas ganas infinitas es besarte, por cierto…. Tu hermana ha caído redonda en la cama.
-Gracias, y… jamás me aprovecharía de una situación dolorosa para conseguir algo. Yo al menos no. 
-Pues.... hay que despertarla. el Tanatorio esta citado en dos horas

viernes, 19 de noviembre de 2010

PARTE 43

La cena parecía transcurrir con normalidad, insito: parecía. La incomodidad del silencio solo interrumpido por el sonido de los cubiertos y paltos era insoportable. La cantidad de vino disminuía casi tan rápido como se me elevaban las ganas de huir de allí. No sabría decir que era mas incomodo, si la desfachatez de Carlos a la hora de hacer preguntas comprometidas a Sani, o que Mateu estuviera en pijama removiendo aquella comida de lado a lado en el plato. No se si gracias a dios o desgraciadamente… sonó el teléfono. Y dudé sobre si descolgarlo. El panorama que me ofrecía aquella mesa cuadrada, y la nula respuesta de los comensales que me rodeaban, me hicieron arrastrar las cuatro patas de la silla como un grito malhumorado para levantarme y descolgarlo donde más lejos pude hacerlo, mi habitación.














No podía creerlo.




Y seguía sin poder creerlo.

-¿Qué pasa?- un cotilla comentario más.
No sé como ni por qué, pero no fui capaz de controlar mi reacción, la cual se hizo esperar, todo sea dicho. Tal vez por alivio, tal vez pena, tal vez indigestión. Pero las lágrimas y el descontrol nervioso de mi respiración me obligaron a colgar. Ya en el suelo, sin fuerza suficiente como para sostener mi propia cabeza, el ahogo pareció ser lo suficientemente alterado como para que vinieran alertados a mi habitación. Pareció no hacer falta una de mis palabras, y la sonrisa con agria ironía de Sani, me bastó para comprender que ella sabia que pasaba. Carlos, apoyado sobre el marco de la puerta, me miró fríamente a los ojos, como si le molestara mi llanto. Mateu, sin soltar la mano de su hermana, se puso de cuclillas, justo delante de mí… y con un cálido gesto que provocó que Carlos saliera de la habitación, puso su mano sobre mis rodillas. Portazo.
-Llevadme a casa, por favor- dijo Sani sin poder modificar aquella mueca.

Me llamó la atención que lo primero que hiciera al abrir la puerta fuese dirigirse a su habitación, y abrazara con aquella ternura el lado de la cama que pertenecía a Tomás. Solo me preguntó una cosa más antes de insinuarnos que le dejásemos sola:
-¿Qué es lo que ha pasado exactamente Marta?
-Al parecer- contesté sin poder controlar que mi garganta temblara- bebió demasiado antes de coger el coche.
-¿Murió alguien más por su culpa?
-No, estaba solo en la carretera en ese momento
-Eso es lo importante. 

jueves, 30 de septiembre de 2010

PARTE 42

Ding·Dong, y el olor a comida china se percibía antes de abrir la puerta. No se que me sorprendió más… ver que en la puerta estaban Carlos y Mateu y que, muy a mi pesar, parecían conocerse y llevarse a las mil maravillas… o que el atuendo de Mateu era prácticamente un pijama.
-Hola! Con que este es el famoso Mateu? –dijo abrazándole entre risas
-Como que “famoso Mateu”? –le respondió, al parecer, sin saber quien era él
-Mateu, Carlos es el hijo de mi psicóloga, ha estado presente en alguna sesión
Su cara cambió automáticamente.
-Bueno, toma esto, no se enfríe- me dejó caer sobre las manos las bolsas de comida y entró sin darme dos besos en busca de su hermana. Mientras ellos hablaban en la cocina Carlos destapó una botella de vino que traía de casa.
–Ahora que estamos solos –dijo mirando alrededor- ¿Para que querías que viniera?- en aquel instante salió Sani en busca de vino para ella y su hermano
-No pude evitar salir al escuchar como descorchabas la botella, pon un poco para nosotros, seguiremos hablando dentro, vale?
Una vez entró de nuevo en la cocina la cara de Carlos era todo un poema
–Creo que se quien le ha hecho eso, quieres una consulta o es cosa mía?-
-No exactamente, quiero que intentes comprobar, muy sutilmente… sin que ella se de cuenta, si no quiere denunciar por miedo o por que realmente piensa que es inútil.
-Vamos, que ella no va a saber que soy psicólogo
-No, le diré que eres el hijo de mi psicóloga, y nada más
Mientras tanto, en la cocina la conversación entre Mateu y Sani daba un vuelco a mi “plan”.
-Oye, como que el amiguito que se ha traído Mónica es muy guapo, no?
–A que te refieres con “amiguito”?
-Después de que tú la llamaras llamó a alguien, ahora supongo que es él… y al despedirse dijo “Un besito” –la cara de Mateu no podía esconder cuanto menos, desagrado
-No me gusta esa relación
-No te gustará nunca ninguna relación de Marta con cualquier otro hombre que no seas tú
-Tú no le conoces
-Tú si?
-Si… recuerdas que antes de Marta yo iba de flor en flor?
-No me digas más….
-Efectivamente, él era el famoso Carlos, el que me acompañaba.
-pues no se hasta que punto ella pueda tener algo con él
-Le conozco… ya habrá pasado de todo.


-Por cierto… cuando cojones me vas a decir que haces en pijama?

lunes, 20 de septiembre de 2010

PARTE 41

El telefonillo comenzó a chirriar… ya estaba en la puerta. Fue instantáneo: Sani se dirigió hasta la entrada y descolgó el escandaloso aparato, para no escucharlo más. Se acercó hasta la salita y, sentándose en frente mía, dijo un hipócrita: -No entiendo nada-. No supe más que mirarla, acompañarla con una mala presencia y suspirar a modo de involuntaria dejadez ante su falta de decisión.
El teléfono comenzó a sonar desde el interior de mi bolso, ella me lo acercó
-¿Dígame..?
…hola…
…si, está conmigo…
…no, por?...
…enserio? Por mi bien…
…si, si… me encanta…
…no, pide para cuatro.
-Quien era? –preguntó antes de que me diera tiempo a darle al botón rojo tras separar el teléfono de mi oído
-Tu hermano –contesté realizando automáticamente otra llamada
-A quien llamas ahora?
-Carlos?...
…si, si tranquilo…
…nada, han pasado un par de cosas, te importaría venir comer a mi casa? Vendrán dos personas a las que creo que te interesa conocer…
…efectivamente…
…gracias, cuando quieras, de aquí a una hora estaría bien…
…un beso.
-Un beso?
-Efectivamente

sábado, 11 de septiembre de 2010

PARTE 40


Realmente merecería la pena? Y mi autorespuesta resulto afirmativa. Ella me miró, como si supiera perfectamente que al salir por la puerta lo llamaría para hablar, y sus ojos me reflejaron un miedo que se me trasladó calando hondo. Accedió finalmente a acompañarme, aun le temblaban las piernas, y prefirió quedarse a las puertas de la cervecería en la que nos habíamos citado.

Me pidió muy educadamente que él no supiera que ella estaba fuera, entré… y ahí, sentado en su postura mas frecuente, me saludó con un wisky en la mano. Me senté enfrente suya y mi saludo se conjugó con la frase: -te juro que como vuelvas a ponerle una mano encima, pedazo de hijo de puta, te dejo tuerto de la hostia que te meto- y he de admitirlo, me sorprendió mi refinada delicadeza, fuera de ironías. Y me limité a, conforme sus ojos se ensangrentaban, levantarme lo más rápidamente que me fue posible y echar a correr, en un automático acto de protección hacia Sani. Él, gracias al alcohol, resultó más lento.

jueves, 9 de septiembre de 2010

PARTE 39


Veía la televisión en el sofá cuando ella apareció diciendo –Me duele mucho la cabeza- apagué instantáneamente el televisor, y la miré de arriba abajo. Sujetaba con fuerza la sábana con la que se enrollaba el cuerpo tan pudorosamente. –Normal- afirmé volteando otra vez mi cabeza
y quitando los cojines que habían a mi lado en un intento de decir “siéntate conmigo” sin palabras, y me obedeció. Cogió uno de los libros que se amontonaban sobre mi mesa de café, ojeó sus dos tapas y, al abrirlo preguntó:
-¿Cuantos años tiene este libro?
-Lo cierto es que tiene pinta de tener bastantes años. –se lo arrebaté de las manos- Tomás los tenía apilados en cajas en el trastero, empecé a sacarlos el otro día
-Bueno –dijo ella tomando nuevamente el libro- pues yo los iría revisando
-Por?
-Creo que ya se que son todos estos libros. Tú y mi hermano comenzasteis a comprar libros como locos, ediciones antiguas de los que considerabais “obras maestras” o “autores emblemáticos”. Él guarda la estantería en la que ibais a colocarlos… te puedo asegurar que es más incomodo de guardar.
-Por que no lo intentó?
-Yo estaba en medio.
-finalmente, él está en tu casa... tu te lo has quedado
-Y yo en la tuya –se hizo el silencio, y tirando de mala manera el libro en la mesa añadió- es como si hubiésemos tirado dos años y medio de cuatrovidas a la basura. Suena divertido, divertido que te cagas, menuda mierda…