-Que rápido has llegado, acababa de dejar la nota sobre tu mesa – dijo al verme entrar mientras se preparaba una taza de té- quieres?
-No gracias, vengo de estar con tu hermana
-Bueno, supongo que eso no me extraña –miraba fijamente la taza, el azúcar, la cucharilla, sin ser capaz de alzar la cabeza y mirarme a los ojos- solo quería hablar tranquilamente contigo para disculparme.
-Disculparte?
-Si, creo que he sido bastante desconsiderado contigo y con tu vida actual. Sani me comentó que habías comenzado un tratamiento nuevo, no… no sabía que la pérdida de memoria fuese tan grave como recurrir a ayuda profesional
-No lo hago de mucho agrado, pero supongo que es la única solución si quiero saber que fue de mi vida.
-¿A qué te refieres exactamente con “si quiero saber que fue de mi vida”?
-exactamente a eso, no recuerdo nada desde el ascenso de Tomás hasta despertarme en el sofá –sonrió incrédulo, como su la noticia le pillase desprevenido- vamos por favor… ¿ahora resulta que todas las cosas que me has hecho llegar en los últimos meses, las fotos, las contraseñas de mi propio ordenador… no tienen un motivo? ¿No sabias los efectos que tuvo el accidente?
-Si, algo que comentaron –contestó aún en el asombro- lo que no sabía era que justo esa dichosa amnesia fuese del ascenso hasta el mismo accidente. Me parece curioso, aun así no sabía nada.
-Pues, ¿Sabes a que pienso yo? Que si tanto te preocupaba que llegasen a mi todas esas cosas también podrías haberte preocupado por saber que me pasaba exactamente, ha pasado casi año y medio desde el accidente, ¿y no sabias nada, no preguntaste nada?- justo en aquel instante sonó su teléfono.
-Me hago una idea, ya tienes el informe semanal?
-Sí, continúe
-Verás acaba de tomarse uno de mis suculentos cafés y me ha comentado su situación actual con el pedante de Tomás. Han retrasado la boda, y “anulado” su relación hasta que ella no termine el tratamiento. Solo es momentáneamente, pero estoy segura de que si consigue recordarlo todo, volverá a ser como antes
-Tengo que dejarte estoy reunido
-Disculpa –dijo sin disimular su asombro.
-¿Sabes? Tomás se ha ido de casa, estoy demasiado nerviosa… es, como si no lo quisiera ni conmigo ni sin mi. Después estás tú, con tus misterios y rarezas, Sani... con sus consejos ambiguos, mi ordenador con sus textos bajo clave que hablan de dos vidas dispares… y tu teléfono con el sonido del auricular a toda pastilla, tu hermana, que supuestamente es mi mejor amiga, pasándote el informe y tú disimulando. No sé qué pensar. Supongo que la doctora agradecería tener algo de lo que partir, cree que mi memoria se paralizó más de un año antes del accidente porque fue entonces cuando todo lo que derivó en un choche de coche comenzó. Tu puedes responderme eso, me equivoco?
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