¡INTERESANTE! Notas de la autora...

miércoles, 10 de marzo de 2010

PARTE16



Se alejó de la barra y le miré un instante, como hicieron todos los presentes en aquel momento. Aquella peluca de cleopatra tapaba completamente su natural y deslumbrante cabello rubio. Me pareció preciosa, y algo pasó por mi cabeza que, si bien no era un recuerdo, se le parecía bastante. Seguí sus pasos cuando Mateu exclamó -¡Que no decaiga la fiesta!- él se perdió entre el gentío, nosotras nos dirigimos a los baños.



Música, conversaciones de idas y venidas, copas y un pasar de las horas demasiado precoz. Pero a él hacía tiempo que lo perdí de vista, coincidía conmigo cada dos por tres en el mismo espacio, pero siempre lo hacía en otra conversación, con otras personas. En efecto, aquello que sentí cuando Tomás llegó a casa se repetía en esos instantes. Me di cuenta de lo mucho que lo echaba de menos. De lo mucho que lo había echado de menos. Sin ser capaz de recordar al que pronto se convertiría en mi marido, solo ocupaba mi cabeza él.


El mal humor iba en aumento cada vez que lo perdía de vista, cada vez que le veía hablar con alguna mujer, cada vez que me apetecía hablar con él… y no sabía con que pretexto hacerlo.


RiNg·rInG RiNg·rInG RiNg·rInG RiNg·rInG



Pi-pi-pi pi-pi-pi pi-pi-pi



RiNg·rInG RiNg·rInG RiNg·rInG RiNg·rInG



Pi-pi-pi pi-pi-pi pi-pi-pi



RiNg·rInG RiNg·rInG RiNg·rInG RiNg·rInG



Pi-pi-pi pi-pi-pi pi-pi-pi



-¿Qué pasa? –se interesó preocupada


-No, nada… -quise quitarle importancia- hoy ha llegado Tomás a casa, borracho… y no para de llamarme


-Pareces preocupada, sal fuera y contesta si quieres, no te preocupes por mi


-Siento ser así de borde, pero lo cierto es que no estoy preocupada por Tomás ni mucho menos –dije aumentando mi mal humor a cada palabra- si es lo suficientemente mayorcito como para llegar a casa borracho a las 12 y media de la noche después de pasar casi tres semanas fuera de casa,sin que le sirva de excusa el trabajo puesto que su jornada no consta ni mucho menos de veinticuatro horas diarias y no he recibido ni una sola llamada, que también lo sea como para ser capaz de comprender que, justo ahora que yo estoy en una fiesta, que él no tiene ni por que llamarme, ni yo por que contestarle. Pero si, voy a salir fuera para que me de un poco el aire.

Una vez fuera de aquel local, hervidero de movimientos y risas narcotizantes, apagué el teléfono y, al alzar la cabeza lo tuve frente a frente.

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