¡INTERESANTE! Notas de la autora...

martes, 19 de enero de 2010

PARTE 2


Ahora era yo quien llamaba a mi novio. Definitivamente, decirle la verdadera razón por la cual cancelé cerca de 40 llamadas suyas, no fue buena idea. Seguía pensando en lo de la cafetería, no en mi novio, si no en el “tío” de la cafetería. Fui víctima de mi propio subconsciente, y se aceleraron en mi cabeza barbaridades tales como que no leía la novela con admiración, si no con un juicio que poco me beneficiaba a mí, o bueno… a Marta Laos, mi firma anónima. Me temblaban las manos, y pensaba casi tanto en aquel absurdo desconocido como en mi novio. El editor que me tenía contratada tampoco era demasiado compasivo, y defendía a capa y espada la absurda idea de que lo que yo necesitaba era escribir una novela histórica. Estúpido. Sonó el teléfono. La camarera de la cafetería en la que había estado hacía menos de cinco horas (mi mejor amiga) me pidió que viniera con el portátil urgentemente:
–Hay algo que te puede ayudar en tu nueva historia-
Me aseguró con un tono que sonaba a absurda celestina. No sé por qué lo primero que pensé es que Tomás, mi novio, se había presentado allí imaginando que estaría escribiendo; luego pensé que sería aquel muchacho que preguntaba por “Marta Laos”, esta vez sin compañía y después de ver que había confianza entre la joven escritora y su camarera, acudía en su busca para declararme su admiración con un ejemplar en su mano, a la espera de una firma y (quien sabe) un numero de teléfono. En aquel instante recordé que tenía 25 años y que ya era hora de mostrar madurez. ¿Qué cojones pasaba? Ni él era un sex simbol, ni le conocía de nada… ni yo estaba soltera. Quedaba menos de año y medio para la boda, aunque después de la discusión con Tomás no sabía bien que pasaría.

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